Capítulos anteriores

94

Tienes razón. No soy su padre. Un padre es una persona que está presente, que da consejos. Un padre guía y da cariño y ayuda a salir adelante. El padre que ustedes tenían no está muerto, sino que jamás existió. El luchador revolucionario que murió defendiendo sus ideales es una bonita historia de amor universal, pero yo no amaba una tierra, yo amaba una mujer. Lo siento si no soy la persona que esperaban. Perdónenme por no haber muerto en un enfrentamiento, o torturado, o fusilado contra una muralla marcada de agujeros de bala y sangre. Perdónenme por no ver morir a mis amigos frente a mí, por no gritar de dolor mientras arrancaban mis uñas. Perdónenme por no gritar, desesperado, en una celda en un centro de detención. Lamento defraudarlas. Espero sepan perdonarme por estar vivo, por ser un hombre mayor, que vive solo, al cual le quedan pocos años de vida y de quien heredarán este departamento cuando ya no esté. Si debo pedir perdón por algo, es por no cumplir sus fantasías, por no estar a la altura de sus expectativas. Pero también pienso que no está en mis manos cumplir lo que desean de mí. Somos un grupo de extraños. Naciones con idiomas distintos y un océano de distancia entre medio. No podemos desplegar afecto, porque no comenzamos a hacerlo antes y porque ninguno de nosotros está interesado en hacerlo ahora que el tiempo corre en contra. Ahorrémonos los problemas y hagamos de esto una despedida que no sangre. Vinieron a verme para que les entregara algo. Aquí está. Su madre les dejó esto. No sé qué hay dentro. Son tres cajas de cartón, cerradas, del porte de una lata de conservas. Tomen. Me pidió que se las diera. Cumplo con mi parte. Por favor, déjenme solo. Es mejor así. Dividamos nuestros caminos, como lo estaban antes. Sabrán de mí cuando ya no exista, cuando la profecía del padre muerto se cumpla de una buena vez y puedan estar orgullosos de un cadáver. No quiero más. No puedo. Suerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario