Capítulos anteriores

83

Cada cierto tiempo bajo la guardia para que intente entrar y conectarle un gancho, pero no cae. Sabe lo que estoy haciendo. Me entiende. Acorto distancia y golpeo y se cubre y luego arroja combinaciones y me cubro y volvemos a punto cero. Ambos estamos agotados. Mantener los brazos arriba es una tarea de la más pura voluntad. Los dos medimos distancia, arrojamos jabs y a veces cruzamos un golpe sólo para probar suerte, pero el otro sabe de lo que se trata el juego. Es el sexto round y mi cuerpo me grita que terminemos. Que no es posible empujar montañas. Le digo cuerpo tú no sabes. Le digo no me dejes ahora. Y mi cuerpo intenta recuperarse y respira y la el motor de mi pecho empuja sangre por mis venas con furia descarnada. Esto es lo que mejor hago en la vida. Hay personas que crean vacunas u operan niños enfermos. Hay personas que crean arte. Hay personas que salvan animales. Yo hago esto. No es mucho, pero es lo que mejor sé hacer. No puedo rendirme. No ahora. Tengo una tarea. Mi único trabajo es ganar. Conectar una buena combinación. Un upper cuando no lo espere. Al pecho. Cortarle la respiración. Vuelvo a cubrirme porque ahora viene su ataque y mis guantes tiemblan bajo el impacto de los golpes. No puedo ver lo que está al frente mío. Son un par de segundos de oscuridad. Los golpes dejan de venir y me abro y arrojo un golpe cruzado sin saber si llegará o no. Aterrizo el golpe en su frente. Si lo hubiese arrojado más abajo, podría haberlo knockeado. Pero él sólo retrocede, sacude su cabeza y vuelve a atacarme. Entonces, llega el miedo. Me doy cuenta de lo que pasa. Si él me conecta un golpe así, no creo que pueda seguir de pie. Mi cuerpo me dice te lo advierto, pero le grito que no me amenace. Mi cuerpo me dice piensa en el futuro, pero sólo existe el presente. Mi cuerpo me dice que va a apagarse si continúo empujando, pero no le creo. El cuerpo miente, como los hombres. Como los amantes distanciados. Sé que es imposible mover montañas, pero él es un hombre, no una fuerza permanente. No voy a detenerme, le digo a mi cuerpo, y me arrojo con furia una vez más. Se cubre, bloqueando todos mis golpes y me siento cansado y estúpido y mi cuerpo suspira diciéndome impaciente, diciéndome ese no es el campeón que yo conozco. Entonces suena la campana y el sexto round ha terminado. Camino hacia mi esquina, intentando no tambalear, respirando lento para bajar el ritmo del corazón. El sudor me entra por los ojos. Mi visión comienza a volverse púrpura y negra. Me está bajando la presión. No me abandones. No ahora. Marcaré el paso. Vamos a seguir, cuerpo. Vamos a seguir. Tenemos que seguir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario