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31
Abro los ojos. Un sonido me despierta. Me giro hacia el velador y tomo mi celular. Un correo nuevo. Son las tres de la mañana. ¿Quién escribe a esta hora? Giro mi cabeza y veo a Carlos dormir con absoluta tranquilidad. Mi última semana, en cambio, ha sido una constante lucha por permanecer a flote en este naufragio anímico. Él me dice que son etapas. Me dice que pasan. Que dejan de estar y se transforman. Se vuelven vaporosas. Recuerdos. No me gustan las etapas en la vida. Me parecen estructuras enormes, del tamaño de países enteros. Deciden por nosotros cómo viviremos durante el período que nos encontremos en ellas. Y, al igual que la suerte, operan fuera de nuestro alcance. Situaciones incontrolables. Decisiones foráneas. Amores promedio, que obedecen a leyes promedio de causas y efectos. Carlos me abraza en las noches antes de dormir y me calma y me dice que no tenga miedo, que debo seguir buscando. Y a pesar de ello la mañana me recibe semidormida y sin fuerzas para continuar buscando. Si estas etapas operan mediante fuerzas misteriosas de las cuales no soy parte, no tiene sentido preocuparme en salir de ellas. Prefiero flotar en ellas. Dejar de nadar en contra y seguirle la corriente al destino. Acabaré en una playa o un acantilado. Situaciones incontrolables. Decisiones foráneas. Meras excusas para dejar pasar el tiempo. A veces sueño que soy un cometa y puedo vivir para siempre. Me pierdo en el espacio o en la noche estrellada, que es lo mismo, y viajo sin rumbo y sin esfuerzo. Floto en el océano oscuro del cielo y observo los confines de lo existente. Los bordes de Dios. Le sonrío a las estrellas y conozco los planetas, mientras pienso en mi padre y en Carlos y el teléfono encendido en mis manos que me devuelve a las tres de la mañana, a mi cama y a mi vida. Soy yo. Sentada y sin flotar. Yo. Inexorablemente, yo. No confío en los milagros pero cuando abro el correo en mi teléfono, iluminando la habitación completa, abro los ojos. Me siento, de golpe, en la cama. Sin poder creerlo, vuelvo a leer el mensaje.
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