Capítulos anteriores
16
No tengo ganas de hablar, hermana. No voy a decir nada y tú tampoco porque aprendiste a no insistir. Me eres tan ajena como este paisaje que ahora desfila a toda velocidad frente a mis ojos. Veo las casas que se pierden en el verde del camino. Las fugaz existencia de los otros. Avanzamos tan rápido que ni siquiera puedo imaginar las vidas de esas personas. Hogares que nunca conoceré. Seres humanos que hablan idiomas que jamás escucharé. Las conversaciones suspendidas. Amistades inexistentes. Recuerdos sin dueño. No tengo idea a qué le tienen miedo los habitantes de esa casa. O de esa otra. No sé si duermen tranquilas por la noche. No sé si han visto morir a un ser querido. Desconozco sus historias de abandonos, pero sospecho que no son tan diferentes de las nuestras. Me pregunto si tienen hermanas. Si guardan silencio, como nosotras. Estás ahora sentada frente a mí, observando el mismo paisaje y aún así no encuentro un punto de contacto entre las dos. Miras al infinito, tranquila, calmada. Con la normalidad de un viaje de vacaciones. ¿Quién eres, Florencia? Pero en serio. No te conozco. Nos dejamos de ver y te fuiste del país y te convertiste en esta especie de chilena alemana que no sé de dónde viene. Una mezcla extraña. Un cuerpo sin nación. No sé en qué idioma piensas y eso me produce desconfianza. Alguien que no piensa en español no puede entender cómo siente alguien que sí lo hace. Tu idioma me es tan ajeno como tus ideas. No nos hablábamos mucho, antes. Y no hablamos mucho, ahora. Estoy tan acostumbrada a ignorarte que ya no duele. Nuestra madre nunca nos enseñó a querernos, quizás porque ella misma no sabía cómo hacerlo. Y ahora que somos mayores me pregunto si has logrado querer a alguien. Si sabes hacerlo. Me pregunto si cuando miras por la ventana y ves que avanza el paisaje a esta absurda velocidad, te preguntas si serías capaz de amar, verdaderamente, a alguien que viva en alguna de esas casitas que ahora parecen un decorado y se pierden en el verde del camino. Recorremos con locura pequeños pueblos, estaciones de trenes y calles que llevan a sitios que nunca voy a conocer. Vidas que no son parte de la mía. Avanzamos tan rápido que pareciera que no nos movemos. Creo que guardo silencio pero en verdad me giro para verte y nuestras miradas se encuentran. Junto fuerzas y te pregunto qué pasa. Y me sorprendo porque, verdaderamente, creo que comienza a importarme.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario