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Camila, los zapatos se dejan en la entrada. Es una costumbre. Es por la nieve y el invierno y porque llegar a casa y sacarse los zapatos te hace sentir que ingresas a un lugar de descanso. Toma, usa estas pantuflas. Siempre tengo algunas para las visitas. ¿Quieres algo de tomar? No sé qué hay en el refrigerador. Tengo agua. ¿Quieres agua? Ven, pasa. Esta es la pieza que tenemos con Antonio, mi marido. Esta es la de mi hija, Anette. Ella no está ahora, pero preferiría que entraras para no desordenar su habitación. Puedes dormir en el living. Ven. Este es el living. Es una pieza. Con puerta y todo. Es diferente que en Chile. La sala de estar sirve como lugar de reunión y pieza de invitados. Va a ser tu dormitorio por esta noche. El techo es alto pero no hace frío gracias a la calefacción central y las ventanas dobles. Mañana nos vamos a Köln, temprano. Apenas nos despertemos. ¿Tienes hambre? Voy a ir a comprar algo para cocinar. No hay muchas opciones aquí. Charlottemburg es un barrio caro y prácticamente hay solo restaurantes. No es buena idea comprar acá… a menos que quieras salir a comer a fuera. De hecho, puede que sea una buena idea. Ven. Salgamos. Deja tu maleta y bajemos las escaleras y vamos a tomarnos una copa de vino o dos. Hemos estado midiendo nuestras fuerzas demasiado tiempo y no quiero seguir jugando a los enemigos. Quiero sacarme la armadura. Escucharla cómo se golpea contra el suelo y sentirme liviana por primera vez en mucho tiempo. Deseo reírme de nosotras y de esta competencia sin sentido. De los golpes que esquivamos, las peleas, las víctimas y sus victimarios. Vamos. Salgamos a recorrer mi ciudad que no me pertenece. Quizás sea divertido. Puede ser chistoso. Sólo prométeme que nadie saldrá herida.
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