Capítulos anteriores
50
Son espejos enfrentados. Un reflejo de lo que pasa. La imagen del problema que rebota hasta perder el sentido. Tú me dices que estoy exagerando, que no es tan terrible, pero no me digas cómo debo sentirme. Nos abandonaron cuando niñas, nos abandonamos nosotras y ahora nos abandona el vehículo en medio de la carretera. No me enseñes cómo debo mirar el mundo, Florencia, porque no tienes idea. No tienes la más puta idea de lo que pasa en mi vida. Estamos en este país, en tu nueva tierra, al otro lado del planeta, y aunque he disfrutado no viéndote la cara durante años, nos cruzamos los caminos, ¿y te crees capaz de enseñarme a sentir? No tienes derecho a tratar de colonizar mis afectos. No por estar en un país que funciona, significa que funciona tu vida. La mía es un desastre, pero no arrojo lecciones en la cara de los demás. Eso es mala educación. Es falta de respeto. Y yo tengo respeto por los demás. ¿Sabes qué más tengo? Tengo casi treinta y cinco. Y no los siento en mi cuerpo. Me pasaron por el costado, sonriendo. Un día era una niña y ahora no puedo subir corriendo las escaleras. Y podrás decir que no tengo hijos, como tú. No tengo un marido. No tengo nada de lo que se supone debería tener a mi edad. Sólo tengo un novio que se gana la vida golpeando personas y amaso tantas deudas que apenas logro llegar a fin de mes. Tengo también niños a los cuales debo enseñarles, darles valores. ¿Crees que tengo la autoridad para hacerlo? ¿Puedo, yo, enseñarle el valor del cariño y la confianza a los niños? ¿Sabes lo difícil que es mirar a un niño a los ojos y decirles, sin temblar, que deben querer y respetar a su familia? No. No tienes idea. Ahora estamos viviendo esta carrera absurda porque queremos recuperar un pedazo de nuestra madre. Un trozo de esa historia que nunca nos dejó participar. Pero es solo la mitad del problema. Nuestro padre desapareció. Fue asesinado. Y tú siempre lo recuerdas como un héroe, aunque no tienes idea quién fue. Dices que era un revolucionario, un valiente. Pero no tienes la más remota idea. No tienes ningún recuerdo. No sabes. Deja de mentirte. Nuestro padre no es un padre. Nuestro padre es la foto de un desaparecido. Es una canción de Víctor Jara. Un mural clandestino. Un cartel con un nombre colgado al pecho. Un grito en las manifestaciones. Una memoria que nuestras tías contaban. Pero nuestro padre, nuestro verdadero padre, no existe. Fue real, claro, pero para nosotras es tan ficticio como el amor de nuestra madre. No me digas cómo debo sentirme y yo no te diré cómo debes mirar al resto. No me digas que nuestra madre fue la peor y nuestro padre fue un héroe, porque yo no pedí un héroe, yo quería un hombre que me cuidara, que me dijera que todo iba a estar bien, que aprobara o rechazara a mis novios y me dijera que soy hermosa y que no importaba si me acababa de tirar a alguien en un baño público o no, siempre iba a ser hermosa y limpia y pura y perfecta y que era, por sobre todas las cosas, única. Así como él, para mí, sería único. Yo no pedí un monumento en una plaza. No pedí una fiesta en conmemoración. No pedí que un grupo de músicos que nadie escucha le hicieran una canción que cantan en las reuniones del partido. Yo pedí un padre y me dieron una memoria. Yo pedí un adulto que me quisiera y me dieron abrazos y cartas e informes de tortura para poner en un museo y mantener la memoria de alguien que nunca conocí. Dime, honestamente, ¿cómo voy a amar a alguien que no existe? ¿Cómo se inventa un padre y una madre, para tener una familia como el resto? ¿De qué se trata esta imbecilidad que estamos haciendo al otro lado del mundo? No me digas cómo debo sentirme, porque yo no te diré nada más. Nuestro padre imaginario. Nuestra madre que desapareció. Huellas antiguas. Marcas en la nieve. Tormentas a la distancia. El silencio en la carretera abandonada. Dime algo. No te quedes así. Dime en qué estás pensando. Se honesta por una vez en tu vida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario