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¿Qué se hace ahora? ¿Nos contamos algo? ¿Nos decimos lo que queremos de la vida? No soy bueno armando temas de la nada. Sonríes. Eres preciosa, pero eso ya lo sabes. Te lo dije la primera vez que nos conocimos. No, la segunda. La primera te perdiste en el tumulto. Permiso, ¿te molesta si fumo? Es un cliché, pero me gusta. ¿Habías hecho esto, antes? Yo nunca. Me tomo tiempo para todo. Me gusta avanzar más lento que las palabras. Darles ventaja. Pero no puedo esperar que siempre las cosas resulten a un ritmo determinado. Esta vez todo iba demasiado rápido y no tuve la fuerza de voluntad para negarme. Porque podría esfumarse esta posibilidad. Y si eso ocurría, yo no me lo iba a perdonar. Nunca había hecho esto antes. Todo esto. Una locura. No me interesa si lo haces habitualmente o es la primera vez que te aventuras en algo así. La verdad, no me importa nada más que este momento. Este segundo. No lo habría planeado. Parecía imposible. Casi no nos conocemos. Para mí, sólo con escucharte era suficiente. Darte un beso ya era fantasear demasiado lejos. Pero… ¿esto? ¿Cómo se acostumbra uno? Lo pregunto en serio. ¿Cómo se vive siendo tan bonita? ¿Cómo se ve el mundo? ¿Qué se siente ser hermosa y comparar, inevitablemente, toda la belleza del mundo, contigo misma? No lo digo por hablar cosas lindas, lo pregunto de verdad. Observo esto desde afuera, y esa interrogante me golpea con locura. Ahora estoy desnudo, fumando en tu cama, en una pieza decorada con extremo buen gusto, en un departamento precioso, en mi barrio favorito de la ciudad y no puedo evitar cuestionarme qué sientes tú al despertar y ser tú misma, todos los días. ¿No te decepciona la fealdad del resto del mundo? Esta ciudad me parece horrible, a mí, que no miro lo que tú ves diariamente en el espejo. ¿En qué punto te acostumbras a ser tú? ¿No te produce tristeza ver que el resto de lo que te rodea no se compara contigo? Debe ser devastador observar la vida desde tu propia belleza. Te separa del resto, supongo. La soledad de lo atractivo. Los espejos que programan. Los juicios sobre el mundo. No sé qué se supone debería decirte ahora, pero me basta con estar aquí. Ahora. Eres lo más hermoso que he visto en mucho tiempo. Espero que no te moleste si no me canso de mirarte. Voy a dejar de hablar, ahora. Voy a guardar silencio. Voy a abrir los ojos y el corazón. Pero no demasiado. Espero perdones mi cautela. Nunca se sabe quién ni cuándo puede hacerte sangrar, hasta que el daño ya está hecho. Y no podría soportar que la tristeza acabe sobrepasando a lo bello.
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