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No vuelvas a hablar de la mamá. No la conociste de verdad. Ninguna de las dos. No la conocimos y ya no existe. Nos dedicamos a borrarla de nuestra memoria porque algunos recuerdos se quedan juntando polvo en los rincones y terminan interrumpiendo el camino. Ella nos dejó. Nos abandonó. Y quizás lo hizo porque somos su reflejo. ¿Qué podía sacar en limpio de sus hijas, que no son capaces de quererse entre ellas? ¿Qué podía enseñarnos sobre el afecto, ella, que era incapaz de decirnos “te quiero”? Ella, que nunca nos besó con afecto. Fuimos sus mascotas. Una costumbre. Espejos. Algo que le recordaba al pasado. Que marcaba el tiempo. Éramos relojes. Objetos. Señales en su vida. Y los objetos que no se quieren, no se cuidan. Míranos. Somos un reflejo de sus problemas porque no supimos solucionarlos a tiempo. Nadie nos enseñó cómo se escapa del mundo, y cuando quisimos ser felices ya era demasiado tarde Incapaces de desparramar cariño. Nacimos mal. Con los genes incorrectos. Déjame hablar. No me interrumpas. Escúchame. No me hables de la mamá. No de nuevo. Ella nos dejó. Esa es toda la historia. Nos olvidó. Cuando cumplí diez y se fue con ese otro tipo, con el médico. Ella hizo lo que le pareció mejor y nos borró de su vida. Nunca volvió a mirar atrás. ¿Para qué recordarla, ahora? ¿Qué preguntas queremos resolver? ¿Fue mejor su vida? ¿Por qué terminó acá, al otro lado del Atlántico? No tengo idea. Y tampoco me interesa. Ella nos abandonó sin dar explicaciones. Toda su vida fue un misterio para nosotras. No nos incluyó en su biografía. Nos dio sus genes y pareciera que, para ella, eso era suficiente. ¿Qué clase de mujer deja a sus niñas en la casa de la hermana de su marido y nunca más las pasa a buscar? Dime, de verdad, ¿qué clase de ser humano es capaz de olvidar a sus crías? Los animales limpian a sus cachorros. Les lamen las heridas o los ayudan a volar. Los protegen de los cazadores. Los abrigan con su cuerpo en las noches heladas. Les dan afecto. Les enseñan a comportarse en el grupo. Los guían por la vida. Se sacrifican. Les dan algo muy parecido al amor. ¿Y qué hizo ella por nosotras, aparte de despedirse diciendo que nos veríamos luego? ¿Qué bonitos recuerdos guardas? Por favor, compártelos, porque a mí no me queda ninguno. No sé quién era ella y no tengo idea en quién se convirtió. O si alguna vez fue diferente. ¿Tú? ¿De verdad te interesa? ¿La llamaste? ¿Trataste de contactarla? Yo no lo hice, pero si me estás preguntando, asumo que tú tampoco. Y ese es el problema, que nos hacemos preguntas aunque sabemos las respuestas. Las hacemos por costumbre, porque no tenemos nada en común salvo ese silencio que se colgó de nuestras vidas y nos tiene ahora a punto de subir a este tren a buscar no tengo idea qué. De verdad. No sé qué esperamos encontrar. Es todo demasiado absurdo. Yo no hablé con ella y tú tampoco. Ninguna de las dos se interesó por seguir siendo parte de la vida de una mujer incapaz de dar amor. Entonces, si no hicimos nada por encontrarla durante todos estos años, si no fuimos capaces de querernos entre nosotras y seguir en contacto cuando nos fuimos de esa casa, mejor guardemos silencio y no finjamos que nos interesa. Porque ya no soporto las palabras hipócritas. Los abandonos. Los recuerdos tirados en un rincón, que de tanto juntar polvo, hacen estornudar el alma cuando se sacuden. Heridas que jamás cerraron. Trenes que nunca dejaron la estación.
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cuando caché la aparente relación entre ellas y Bárbara puse cara de QUÉ?!??
ResponderEliminarajajaj, está muy bueno el blog!
Se pone cada vez mejor !
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